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Si miramos más a fondo, y tras el velo de nuestra harto impensada “Independencia”, ¿de qué conmemoramos, en última instancia, desde hace cuatro años ya, el dos veces redondo bicentenario? De muchas maneras, diría yo, todas ellas emparentadas, o enmarañadas las unas con las otras (y ninguna de ellas fechable con la precisión esa a la que llegamos, y no llegamos tarde). Nuestros aproximadamente doscientos años de “independencia”, por ejemplo, coinciden con nuestro más de doscientos años de exclusión de “la filosofía”, y con nuestro fallido intento de ingresar en la Modernidad, y con el cultivo estatal y colonial de nuestra amnesia, que es lo más opuesto que cabe a la cultura, o al cultivo de las humanidades… De todo esto, y de algunas otras cosas se ocupan, amigo lector, las páginas que siguen.