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Las nuevas tecnologías de la virtualidad demandan una reorganización del quehacer educativo; sus prácticas, estrategias, técnicas y métodos. Además de implicar un reto ante la amenaza del inminente debilitamiento del vínculo social, fundamentalmente al trastocar, como asegura Derrida, «...la topología del acontecimiento, la experiencia del tener-lugar singular». ¿Existirá en la enseñanza virtual, en el ciberespacio, un lugar para el profesor de hoy, para el despliegue de su libertad de cátedra y autonomía, para el inspirado manejo del ritmo, el silencio y los desvíos imprevistos? ¿Habrá un tiempo para la conformación de constelaciones organizadas en el instante por el juego, el azar y la estética? ¿Se preservará un lugar para el otro y sus interacciones dentro del aula, para el juego creativo, las producciones de sentido y de sinsentido propias del acontecer? Estas y otras cuestiones fundamentales para la formación de los futuros antropólogos se abordan en este texto, tratando de combinar un marco teórico desde la Antropología Compleja y una crónica etnográfica que ilustre la propuesta del libro .