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Históricamente, la corrupción ha acompañado el desarrollo de la civilización como una fatalidad inexorable. Es un fenómeno que ha mutado y afectado prácticamente todas las esferas de gobierno, es particular en los países que se encuentran en un proceso de transición política y económica. Justamente México se debate entre la consolidación de un gobierno democrático más transparente y la consolidación de instituciones confiables y eficientes. Por ello, el problema de la corrupción de quien ocupa un cargo o un puesto público es aún más delicado. Lo grave de esto es que la corrupción es tan recurrente, que se afectan muchas de las metas gubernamentales, y sobre todo, recursos públicos que impiden la satisfacción de las necesidades más apremiantes de una sociedad marcada por la desigualdad. Sin embargo, analizar y descomponer los factores institucionales y legales que se evaden con la corrupción ha motivado la elaboración de propuestas concretas, con el fin de contribuir con la búsqueda de soluciones que pretenden crear un sistema institucional o gubernamental más eficiente, correlativo con las expectativas de la población.