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El siglo XX se inaugura con una crítica hacia el estoicismo y el ascetismo, propios de la ética judeocristiana. A partir de entonces, las metafísicas y las éticas se desarrollan teniendo como base la afirmación del sujeto y el cuidado de sí. En la época actual, esto se ha llevado al extremo, produciendo la exacerbación del yo, un individualismo en el que el autocuidado se ha interpretado como descuido del otro. A propósito puede observarse que el abuso, el despojo, las violaciones, el exterminio, son los signos que han marcado la contemporaneidad. Por lo anterior, se permite la reflexión metafísica acerca del prójimo, considerándolo en su diferencia, en su singularidad, no únicamente como ese que marca los límites del yo, según nos dice la filosofía hegeliana. Asimismo, poner en práctica una ética en la que el otro es alguien ante quien no puedo ser indiferente, sino al contrario, he de ser sensible a su presencia. La filosofía de Emmanuel Levinas es una propuesta que se construye en torno a la alteridad, produciéndose una descentralización del yo. El ser es siendo con el otro, y el tiempo es la trascendencia en el próximo. No somos seres para la muerte, como señal Heidegger, sino seres para después de nuestra muerte, lo importante es el mundo que dejamos a los que han de venir después de nosotros. La ética, según Levinas, ha de tener como base al bien y la justicia. La bondad genera la justicia y esto se ha de tener siempre presente, pues cuando a la justicia se le olvida su origen, hay el riesgo de que los sistemas sociales produzcan regímenes totalitarios y se pierda la capacidad de inventar nuevas formas de expresión y de convivencias humanas. Este libro es una invitación a la lectura de Levinas y a seguir pensando en temas tan vigentes como el bien, la justicia, la libertad, el tiempo, la trascendencia, todo ellos relacionados directamente con lo cotidiano de nuestro existir.