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Resulta esperanzador que en la elaboración de esta obra nos hayamos encontrado en el camino con formas de participación distinta del mercado y del Estado, pero particularmente de la sociedad, que ha transmitido de ser objeto de atención política para convertirse en sujeto activo en la definición de lo que a su bienestar conviene, sin que ello se encuentre definido, sino en permanente construcción a partir de la formulación de reglas y prácticas que posibiliten la atención del conflicto que le es inherente como resultado de que en su interior también perviven confrontaciones derivadas de la presencia de intereses, valores, opiniones y creencias diferenciadas. Atención del conflicto que por igual ha de ser construida como resultado del ensayo y el error, y no por procedimientos preestablecidos, es decir, deberá estar ausente la rigidez administrativa que caracterizó al Estado administrativo y planificador, y la lógica de la eficacia y la eficiencia propias del mercado, para ser sustituidas, más que por la presencia de medios e instrumentos, por una racionalidad valorativa centrada en la búsqueda de la solidaridad, la justicia y la equidad definidas desde la participación social y regulada, mas no reglamentada, de forma unilateral por el Estado, que son valores que se asoman en la construcción de la gobernanza, entendida como un campo de encuentro en donde estos valores hacen de la cooperación un principio indispensable.