Para brindarle la mejor experiencia posible, este sitio utiliza cookies. El uso de su sitio significa que está de acuerdo con nuestro uso de cookies. Hemos publicado una nueva política de cookies, que deberías necesitar para saber más sobre las cookies que utilizamos.
De Quincey acierta a poner en práctica avant la lettre los preceptos esenciales de Macel Schwob, para el arte de la biografía como género artístico, y que se sintetizan en la presentación de detalles significativos, magnificados por procedimientos técnicos de la escritura. Sus ilustraciones del granito de arena en la uretra de Cromwell o de la nariz de Cleopatra son inolvidables. Por lo que respecta a Kant, el fundador de la Analítica Trascendental, se nos presenta inscrito en la circunstancia intrascendente de su vida cotidiana y sus hábitos inflexibles. La meta de este genio se nos revela en la marca de cerveza que bebía y en el complicado aparato que ideó para mantener las medias, no menos que sus escritos filosóficos. De Quincey hace sentir a lo largo de todo el libro: que el pensador que había elevado a la crítica por encima de la Teología y de la Metafísica no pasaría por alto ni las noticias de los diarios, ni la mortalidad de los gatos, y llegaría incluso a criticar y reformar ciertos actos naturales como andar o respirar.