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Una Poética de lo sagrado involucra, de origen, la consideración de que la Poesía representada algo más que la simple expresión lingüística, conlleva implícita la idea de que el Poeta es un celebrante, un sacerdote consagrado a este oficio extraordinario puesto que la Palabra encierra un secreto bárdico y por lo mismo oculta un testimonio lúdico de la existencia. De la vanguardia a la sacralidad, estas páginas pretenden observar la necesidad de dar existencia a las cosas a través de la Palabra. La línea conceptual que se postula en este trabajo parte de que la Poesía requiere, necesariamente, de la inspiración, del soplo divino o motivación sensitiva, según la más usual de la producción artística. Adán y Lilith, el velo sacro del mundo, asoman en estas páginas, con toda su carga mítica, arquetípica, así como la revelación de la Palabra por un Dios celoso y terrible. Poesía, memoria de la infancia del hombre, los rostros de la existencia primordial, dolor y gozo abrasando la piel, la voracidad de las visiones. Preludio y vaticinio, historia entrelazada para hacerse colectiva, el lenguaje de Adán que aborda y prefigura lo que desde ahora consideramos en tanto Poética de lo sagrado.