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Es difícil reflexionar sobre la realidad mexicana actual en los campos del Derecho y la Filosofía sin tomar en cuenta la labor de los “trasterrados” (J.Gaos) españoles de ayer, su semilla quedó en esta tierra a la que amaron y la que los ama, su pensamiento, espíritu y ejemplo siguen vivos en discípulos, libros, universidades, centro de investigaciones, así como en nuestras llanuras, cerros, volcanes y mares. A quienes la Guerra Civil Española con su destrucción, odios y venganzas expulsó de sus tierras, aquí en México fueron recibidos con un gran amor y reconocimiento, simiente que formada allende el Atlántico sólo necesitaba el medio adecuado para florecer. De esta manera en el nuevo continente por medio de la lengua común tanto el Derecho como la Filosofía se convirtieron en puentes que unieron en una circunstancia trágica hispana pensadores que continuaron no como desterrados sino como trasterrados o sea, pensadores pertenecientes por igual a ambos países. Su labor intelectual dejó una gran herencia que hoy sigue dando frutos y, se produjo lo más extraordinario, bajo la filosofía náhuatl “de la flor y el canto” dos tiempos se fundieron en uno sólo: el tiempo del florecimiento español enriqueciendo el escenario intelectual mexicano con sus raíces aztecas, purépechas o mayas. Los republicanos españoles no arribaron a México a padecer la derrota, llegaron a México a compartir y pugnar por la creación de una tradición cultural y científica local. Aunque el libro que nos presenta el Doctor Juan de Dios González Ibarra –magistralmente estructurado por cierto-, está dirigido a la contribución de los exiliados españoles del 39 en el Derecho y la Filosofía, no escapa a su pluma la contribución generosa de los intelectuales y artistas españoles en otras disciplinas y, sobre todo, en las labores de los pequeños comerciantes, agricultores o artesanos, que intercambiaron sus experiencias en las ciudades o pequeñas comunidades de provincia. El diálogo entre los mexicanos y los españoles del exilio fue tan fructífero, que no se podría entender el México de hoy sin sus múltiples aportaciones. Hacía falta en la vastísima bibliografía sobre el tema, una obra que, con el equilibrio necesario, contextualizara la inigualable ayuda que México ofreció a los españoles del exilio y la gigantesca aportación que ellos hicieron a la cultura nacional. La circunstancia franquista y el florecimiento español en México, es pues un texto que nos enseña, que más allá de la barbarie, de la destrucción, está la fuerza imbatible que el ser humano tiene por construir un mundo cada vez mejor.