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Como si de un dispositivo escópico doble se tratase, mezcla de cámara fotográfica y microscopio, este libro practica una doble visión: en un primer momento busca encuadrar al cuerpo humano en el plano principal de una investigación ética y estética, para después reducir las distancias con el fin de llevar a cabo una caracterización detallada. Situar el cuerpo sólo con el fin de poder acercarse a él con un propósito est(é)tico. Como muestra de lo anterior, a continuación dos pasajes del libro, referentes al arte mexicano. «… la obra de Teresa Margolles, plagada de restos de cadáveres y sus humores corporales, podría entenderse como un correlato de la devaluación de la divisa mexicana: a la baja de valor de nuestra moneda. A la caída de la economía correspondería la devaluación de las vidas de los ciudadanos de este país, de la noción misma de ciudadanía». «Con la extracción del aire, César Martínez consigue un efecto que en términos teóricos podría entenderse como “reversibilidad de la forma”. A partir de un acabamiento formal representativo y expresivo, mediante un proceso de aniquilación paulatino, pero incesante, la escultura alcanza lo informe». Los discursos entretejidos en cada uno de los cinco capítulos que componen Est(é)tica de lo abyecto, cuerpo y horizonte narrativo, aspiran a refrescar la percepción del cuerpo humano en la sociedad contemporánea, teniendo un lugar preponderante en la sociedad mexicana actual. Esta preocupación por la dimensión político-estética del cuerpo no es nueva. En El baile de las cabezas. Para una estética de la miseria corporal (Fontamara, 2014), Antonio Sustaita llevó a cabo un análisis del cuerpo destruido por el narco en México, desde una perspectiva estética.