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Fátima Flores El pensamiento como forma superior de conocimientos es uno de los componentes más importantes de la conciencia humana por la relación dada entre el pensamiento y el ser, aunque dicha relación ha sido comprendida de modo distinto en la historia de la filosofía, dependiendo de la solución materialista o idealista que se le dé. Es necesario comprender al pensamiento, no como reflejo pasivo, sino como forma determinada de la actividad humana y que por lo mismo estará vinculado a toda actividad material de la sociedad. La psicología social analiza a la ciudadanía práctica que se entiende como el conjunto de formas cognitivas, relaciones y comportamentales a través de las cuales se expresa el hecho de pertenencia a una comunidad orgánica instituida. Este libro nos adentra a esta sociedad en la cual habrá que distinguir la ciudadanía práctica, que se divide en tres aspectos: El Ciudadano Pensador: el Ciudadano Pensado y el Ciudadano Actor. Estos tres aspectos no son mutuamente redundantes, cada uno de ellos es irreductible a los otros dos y así dar forma a la ciudadanía práctica. Pervive una identidad entre los tres: el Actor como proyección fiel del Pensado, el mismo proyección del pensador y es precisamente en la refracción o inadecuación entre las tres que encontramos el motor de la dinámica psicosocial. Así, Pensador Pensado y Actor tienen que ver con la historia, y se construyen, reflejándose o refractándose de la memoria colectiva, que contribuyen a su vez a organizar. El ciudadano está constantemente controlado a la alteridad, particularmente a través de las diversas elaboraciones de género, y también en el contacto de las culturas.