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Salvador Orizaba Monroy, con la formalidad de académico, y sus auxiliares médicos han plasmado en este texto de “medicina legal” un interés técnico y profesional por la administración de la justicia a través de las ciencias médicas y bilógicas y jurídicas, que contribuyen a resolver sus problemas en los órdenes, biopsicológicos y físico-químicos de la aplicación de la ciencia del derecho. La medicina legal debe contar con un cuerpo de doctrina que debe conocer el médico general y el abogado en una especialidad médico legal-forense, que por su trabajo tenga relación con la autoridad judicial del Ministerio Público. Se denomina medicina judicial o forense porque delimita el campo de la medicina legal, fuera del cual quedan las medicinas de higiene y social. La investigación analiza algunas legislaciones como la civil penal y procesal, etc., estudiando su interpretación y crítica doctrinaria, su aplicación en asuntos judiciales y la conveniencia de proponer reformas a las normas que se relacionen con el tema y que se discuten en el Congreso de la Unión. Es así que la importancia de sus dictámenes judiciales y periciales es fundamental pues de ellos depende la libertad, situación económica y honor de una persona. Por eso afirmamos que la medicina legal es una ciencia de mayor proyección. Es oportuno citar las palabras de Vibert: “es un error creer que a la medicina legal no hay necesidad de estudiarla, que ella no es sino de fácil aplicación a los casos particulares de los conocimientos que constituyen las diversas ramas de la ciencia médica”. Obra de consulta que auxilia en la comprensión de esta disciplina que requiere de conocimientos especiales por estar íntimamente ligada con otras ciencias de la medicina. Tiene, además, pasajes propios que día a día resuelven nuevos paradigmas. Sin el conocimiento de esta materia, ¿cómo podríamos dictaminar sobre delitos sexuales, infanticidio y aborto?, ¿cómo identificaríamos a una persona viva o muerta?, etcétera. En fin, la medicina legal requiere conocimientos legales y jurídicos que la mayoría de los médicos ignoran o comprenden mal, exige hábitos mentales y cierto criterio especial, ajeno a la medicina común, que sólo pueden dar el estudio, la reflexión y la observación inherente a esta materia.