Arsenio Lupin, personaje creado por el novelista belga Maurice Leblanc en 1907, es el prototipo del ladrón caballeroso (tipo Fantomas), que siempre logra despistar a la policía, llegando a ser un bandido respetado, es el protagonista de una serie larga de novelas de este escritor. Lupin viste a la moda europea, tiene una habitación reservada en el Ritz de París, otra en el Savoy de Londres o en el mejor de Venecia, bajo distintos pseudónimos se tutea con hombres cultos, políticos o multimillonarios. Por la noche, recorre las criptas recubiertas de acero de los grandes bancos con la misma delicadeza que un Príncipe, corre por los tejados sin quitarse el frac ni el sombrero, que conserva asimismo cuando debe atravesar el complicado laberinto de las alcantarillas de una ciudad. Maurice Leblanc, haciendo una leve alteración ortográfica, que en realidad no logra despistar al lector, en esta obra enfrenta a los dos más importantes personajes de la novela policíaca. Pero no únicamente enfrenta a Sholmes (Holmes) con Lupin (personaje todo acción, astucia y golpes de teatro), con esta novela la Inglaterra racionalista se enfrenta, también, a la dulce Francia. Pero más allá de saber quién resultará vencedor, el lector encontrará por, un lado, la más espectacular aventura de Arsenio Lupin y la no menos interesante del detective inglés, y por el otro, podrá analizar algunos de los caracteres tópicos de estos dos países, antaño tan rivales. Lupin se distingue de otros delincuentes por su clase, nacido adrede apara contrastar con los pálidos y suspirantes personajes de Maurice Maeterlinck. Fue el hombre más elegante de los primeros veinte años del siglo XX, y es una lástima que se conozcan pocas aventuras de él, cuya principal misión es hacer estremecer a los lectores de novelas policíacas.
