El fantasma de Canterville es un relato breve en el que Wilde se burla, a través de la frustración de un fantasma que ya no consigue asustar, de la idiosincrasia de los ingleses y norteamericanos. Aquí, vemos al embajador americano Hiram B. Otis que se traslada con su familia a un castillo encantado en Inglaterra. El anterior dueño le advierte que el fantasma de Sir Simón de Canterville, que asesino a su esposa, vaga por los pasillos y habitaciones del castillo. Otis no escucha y se instala con su familia, del todo pragmática e incrédula, que no reacciona como es de esperar ante las apariciones y cuyos hijos se burlan constantemente del fantasma, haciéndole todo tipo de jugarretas, exceptuando Virginia, la niña que ayuda a ese fantasma deprimido a purgar sus faltas. El tratamiento cómico de lo sobrenatural ha sido abundante en la literatura universal; Montague Summers estudioso del vampirismo, lo oculto, demonología y brujería, especialista en literatura de fantasmas, escribió, en 1929, que sólo se habían logrado escribir dos buenas historias cómicas de fantasmas: El fantasma de Canterville (que viene siendo una parodia de los relatos de terror) de Oscar Wilde y El espectro de Fappington , de Richard Barham. El natalicio de la infanta , El amigo devoto y El cohete notable , incluidos en este volumen, son narraciones que muestran la genialidad el autor, se encuentran entre sus relatos más sobresalientes y son considerados como clásicos de la literatura inglesa. Wilde supo reflejar realidades humanas y hacerlo con un gran sentido de la ironía, parece la mejor manera de recrearlo, como vemos en El amigo devoto , una historia con moraleja sobre los valores de la amistad, logrando mostrar el peor lado humano. Wilde es un escritor difícil de clasificar y podría juzgársele con sus propios criterios: “No hay libros buenos o malos, sino bien o mal escritos”. Y estos cuentos lo demuestran.