Sherlock Holmes, el detective más famoso de la historia de la literatura, es el protagonista de las narraciones policiacas de Arthur Conan Doyle. En cada historia, Holmes, enterrado en sus viejos libros, es atraído por el estudio del crimen, distinguiéndose por su habilidad en la resolución de misterios. Es un genio de la deducción y el razonamiento lógico, que emplea todas sus facultades y extraordinarias dotes de observación para seguir las pistas que lo lleven a develar los crímenes que no resolvía la policía oficial. Igualmente, brillantes son los personajes que lo acompañan: su amigo e inseparable compañero, el ingenuo, bondadoso y descuidado doctor Watson, quien es el narrador de las historias, y el profesor Moriarty, el famoso criminal que se enfrenta en más de una ocasión al protagonista. Con el título de Las aventuras de Sherlock Holmes se agrupa la serie de narraciones de este autor, creadas alrededor de la dinámica personalidad de Holmes (inolvidable maestro de detectives) y que aparece en 68 obras. Tras el éxito de las dos primeras novelas: Estudio en escarlata (1887) y El signo de los cuatro (1890), Conan Doyle empieza en 1881, a publicar en revistas, narraciones breves sobre casos del gran detective, que corre un sinfin de aventuras, enfrentándose a su digno rival, el astuto y genial criminal, Moriarty. Las aventuras de Sherlock Holmes contiene doce historias con una gran diversidad temática, y al margen del carácter más o menos truculento de los distintos casos, el elemento cohesionador del volumen está en el énfasis puesto en el método de razonamiento típico de Holmes. La sucesión de sorpresas provocadas por el proceso de deducción en cada asunto, es muestra del por qué este detective se hizo mundialmente famoso y popularizó el género de la novela policiaca. A partir de aquí surgió; y ante todo pervive, el culto al detective Holmes.