Jesucristo nos enseñó la verdad a través de una doctrina perfecta, debemos de practicarla orando, sólo así contemplaremos su luz. Para ello demos dejar que nuestra consciencia nos guíe por esa senda, no dejando que nuestro corazón sea tentado por la vanidad, y desvíe nuestra vista de la meta luminosa de encontrarnos con Él. “bienaventurados los que practican la oración espiritual porque ellos sienten mi presencia, más de cierto os digo que yo recibo todas las oraciones, sea cual fuera la forma en que las eleven a mí. Atiendo a todo llamado y a toda súplica sin juzgar la forma, atendiendo tan sólo a la necesidad con que me buscan”, nos dice la Biblia. Quien realmente desea entrar en comunión con Jesús Sacramentado debe orarle con el pensamiento, sólo debe elevar en paz esa plegaria, efectuando una oración verdadera y con fervor. Hablando con palabras sencillas como se habla con los amigos, a los padres o hermanos. Porque lo esencial es buscarlo y entrar en comunicación con Él sabiendo que serán escuchados: “y en verdad os digo que no existe una oración que no sea escuchada por mí, yo sólo recibo la intención de mis hijos”. Bienaventurado el que busca la compañía de Jesús Sacramentado, escuchando su palabra y siguiendo sus lecciones, porque él formará en su espíritu un libro que será su mejor herencia en este tiempo. Al postrarse ante Jesús sentirá su compañía, le cubrirá un júbilo suave, comprendiendo que después de su partida Cristo regresa en espíritu a dar la luz que haga comprender todo lo que dejó en sus lecciones. Esos instantes o minutos de comunicación, será como recibir la luz del Espíritu Santo que iluminará a cada persona, pues unos lo verán, otros lo escucharán y unos más lo sentirán espiritualmente. Meditar con estos Quince minutos en compañía de Jesús Sacramentado será una forma de comunicación para alcanzar una vida espiritual más elevada.