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Las mejores coediciones, las entregas mas rápidas, la mejor atención
Las mejores coediciones, las entregas mas rápidas, la mejor atención
Cuando leemos estas pequeñas-grandes historias, evocando a Freud, nos preguntamos: ¿realmente los sueños son deseos incumplidos? O tal vez serán premoniciones, reflejos de mitos, o vivencias del soñador, soñadora en este caso, porque como dice la autora, esta obra es sólo el engarce de sus sueños, basados en la duda razonable de encontrar un núcleo temático que contuviera historias similares. Al crear una obra literaria, el autor pretende cautivar a un lector desconocido, teje la trama buscando lograr que el lector se sumerja en esa historia, construida con base en ideas sólidas y promisorias. Los cuentos de Olga Palmero cumplen ese cometido gracias a los ingredientes utilizados para tejerlos, sueños en forma de relato, tan sutiles en su análisis que los matices manejados conducen al lector a una tarea: darle personalidad a los actores. Como dice el maestro Samperio: “Olga es capaz de aliar lo cotidiano con lo excepcional al punto de mostrar que pueden ser lo mismo, risa o llanto, la forma tan magistral con que los personajes son envueltos (y con ellos nosotros) en atmósferas oníricas, retratos que cobran vida, sueños que caminan y nos saludan cada mañana, la puerta desgarrada con otros mundos, espectros que emigraron pero siguen ahí, buscando nuevos aires… Dejarnos llevar por el sentimiento que nos despierta la cotidianeidad, eso es lo que propone Palmero, teniendo en mente la multiplicidad de sensaciones que se experimentan a lo largo del día”. Con esta lectura, experimentamos las emociones que propone la autora: “el fuerte olor a incienso penetraba las más íntimas ideas, permitiendo viajes interiores hacia un espacio azul […] evitando a toda costa cargar sueños ajemos sobre los hombros”. Al concluir de leerla, constatamos lo que nos dice en Acústica: “Las palabras tienen peso específico y son sutiles o densas, pueden ser hechas de oxígeno puro o de bismuto y plomo candente, construyen puertos de felicidad o arrasan lo que está a su paso. Nacen en oscuros laberintos del odio y de prejuicios donde existen abismos insondables, o en las más altas galaxias donde mora la espiritualidad […] hay algunas que pesan vidas completas y otras que recubren siglos de primaveras. Las palabras sirven para construir sueños de oro y catedrales de mármol blanco, o para formar hombres descalificadores de alegrías y porvenires”. Con palabras, Olga construye catedrales donde el lector puede adentrarse a ver su realidad y la de los demás, encontrándose con sus lectores, en las historias subyacentes de cada cuento.
Referencias Específicas