Publicada por primera vez en 1886, tiene como tema el dualismo del alma humana, que oscila entre el principio del bien y del mal. En esta obra, se da esa doble personalidad en un solo individuo cuando el Dr. Jekyll, queriendo liberar a la humanidad de su lucha interna entre el bien y el mal, compone un brebaje capaz de liberar temporalmente al hombre de una de sus personalidades. Al tomar por primera vez la pócima se siente liberado y feliz, sin esa conciencia que le impedía liberar su maldad sofocada, dicha maldad terminará al beber por segunda vez la sustancia, recuperando su personalidad original. Pero su transformación no sólo será moral sino física ya que se convierte en un personaje pequeño, deforme y repugnante (Edward Hyde), lo que lo permite satisfacer sus bajos instintos hasta llegar al asesinato. Esta metamorfosis temporal llega a convertirse en permanente toda vez que, sin requerir del brebaje, el Dr. Jekyll se convierte en Mr. Hyde. Es aquí cuando surge un problema: acabándosele los ingredientes para hacer la sustancia que permita la mutación, ¿qué hacer para recobrar su personalidad original? La idea de Jekyll y Hyde surgió del mundo del sueño, en una pesadilla de Stevenson, y el desarrollo de la idea se relaciona con una profunda y constante obsesión por el “mal” como presencia oculta, pero aterradoramente concreta y omnipresente. Con el monstruo que asecha abajo las más apacibles apariencias de la vida cotidiana, Stevenson dio su forma literaria suprema al mito de la naturaleza mezclada del hombre, de un hombre en el que las categorías morales más antagónicas pueden cohabitar sin combinarse en un todo coherente, creándose con ello las posibilidades para alcanzar los límites extremos del horror. Poco antes de morir, Stevenson manifestó el deseo de que las ediciones de El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde incluyeran su relato La mujer solitaria, una historia de fantasmas excepcionalmente extraña y brillante. En la presente obra nos atenemos a este deseo.