Amado muerto y el taller de la dualidad es la obra de culto a las sensaciones más humanas del ser, sus sentimientos, emocione, miedos, fracasos, instintos destrucción, amor y muerte enredados en las gamas del placer carnal, las adicciones, el amor, la traición, el perdón y la eternidad. Alfonso, perdido en la más asfixiante desolación y desesperación a causa del amor de su vida, Paolo, decide aventurarse al viaje más destructivo que es la introspección de su despertar sexual y sus sentimientos, llevándolo a la confrontación con su familia y de él mismo debido a su homosexualidad, la cual inicia en su infancia de la mano de la inocencia, curiosidad, morbo, perversión, promiscuidad, mentiras, traición, poligamia y relaciones unilaterales lanzándolo al desamor, abandono y perdición. Es a la llegada de Paolo, un joven pintor exitoso, que los sentimientos y el sexo toman una nueva dirección en la vida de Alfonso quien ahora está empeñado en mantener una relación perfecta, libre de diferencias, discusiones y juegos sexuales. Pero Paolo, fastidiado y aburrido ante su relación perfecta, decide buscar a Vladimir, un viejo amigo con quien se equilibra el poder discutir y enfadarse ante su imperfección, un inesperado choque de vidas llega a Paolo al ignorar el secreto de Vladimir. Alfonso, ciego ante la perfección y devoto a su relación armónica, decide aceptar el sorpresivo sexo sadomasoquista que Paolo le exige acorralado por la culpa de su infidelidad y sus consecuencias temibles sin solución. Tras el abandono de Paolo es que Alfonso comprende que las relaciones imperfectas llevan a la relación perfecta, intentando recuperar a Paolo quien se encuentra en París, de donde no volverá. Es Alfonso quien vive tres días de la más terrible desesperanza y depresión, sentimientos que lo llevan a grabar cintas contándole su historia sexual a Noa quien es escritora sin una historia que contar, y su mejor amiga desde la adolescencia, es Noa quien nos narra el fulminante final de este triángulo de amor, sexo, incomunicación, devastación y perfección. Lo que más duele en la infancia es perder la inocencia e ingenuidad, después, no saber lo que sucederá y sin que nadie te explique algo, sólo empiezas a vivir.