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En el mes de diciembre el pueblo mexicano, sin distinción de clase, rinde, de manera consuetudinaria, un culto a la Virgen de Guadalupe, quien ha sido considerada Madre de todos los mexicanos, haciendo patente que tan singular símbolo sagrado brinda a la identidad nacional un espíritu religioso. Para los ezar, conocidos como chichimecas jonaz, la Virgen de Guadalupe es un contenedor de memoria colectiva. Su presencia es la representación de un marcaje vivencial de su propia existencia; así, mediante un proceso ritual, acceden de manera cíclica a su pensamiento religioso, donde lo sagrado se desvanece y se formaliza un encuentro con su historia y sus antepasados, ya que para ellos los santos son el calendario de su propia historia y representación de lo que son hoy.